Vida de San Francisco

08.11.2013 13:01

Reseña de San Francisco de Asís

San Francisco de Asís
Reseña de su vida
 
Nació en Asís (Italia) en 1182. Su madre se llamaba Pica y fue sumamente estimada por él durante toda su vida. Su padre era Pedro Bernardone, un hombre muy admirador y amigo de Francia, por la cual le puso el nombre de Francisco, que significa: "el pequeño francesito". Cuando joven a Francisco lo que le agradaba era asistir a fiestas, paseos y reuniones con mucha música.  Su padre tenía uno de los mejores almacenes de ropa en la ciudad, y al muchacho le sobraba el dinero. Los negocios y el estudio no le llamaban la atención. Pero tenía la cualidad de no negar un favor o una ayuda a un pobre siempre que pudiera hacerlo. 
Tenía veinte años cuando hubo una guerra entre Asís y la ciudad de Perugia. Francisco salió a combatir por su ciudad, y cayó prisionero de los enemigos. La prisión duró un año, tiempo que él aprovechó para meditar y pensar seriamente en la vida. Al salir de la prisión se incorporó otra vez en el ejército de su ciudad, y se fue a combatir a los enemigos. 
 
Se compró una armadura sumamente elegante y el mejor caballo que encontró. Pero por el camino se le presentó un pobre militar que no tenía con qué comprar armadura ni caballería, y Francisco, conmovido, le regaló todo su lujoso equipo militar. 
Esa noche en sueños sintió que le presentaban en cambio de lo que él había obsequiado, unas armaduras mejores para enfrentarse a los enemigos del espíritu. Francisco no llegó al campo de batalla porque se enfermó y en plena enfermedad oyó que una voz del cielo le decía: "¿Por qué dedicarse a servir a los jornaleros, en vez de consagrarse a servir al Jefe Supremo de todos?". Entonces se volvió a su ciudad, pero ya no a divertirse y parrandear sino a meditar en serio acerca de su futuro.
 
 
Hubo en la ciudad de Asís un hombre llamado Francisco, cuya memoria es bendita (Eclo 45,1), pues, habiéndose Dios compla­cido en prevenirlo con bendiciones de dulzura (Sal 20,4), no só1o le libró, en su misericordia, de los peligros de la vida presente, sino que le colmó de copiosos dones de gracia celestial. 
En efecto, aunque en su juventud se crió en un ambiente de mundanidad entre los vanos hijos de los hombres y se dedicó después de adquirir un cierto conocimiento de las letras- a los negocios lucrativos del comercio, con todo, asistido por el auxilio de lo alto, no se dejó arrastrar por la lujuria de la carne en medio de jóvenes lascivos, si bien era el aficionado a las fiestas; ni por más que se dedicara al lucro conviviendo entre avaros mercaderes, jamás puso su confianza en el dinero y en los tesoros (Eclo 31,8). 
 
 
Había Dios infundido en lo más íntimo del joven Francisco una cierta compasión generosa hacia los pobres, la cual, creciendo con él desde la infancia, llenó su corazón de tanta benigni­dad, que convertido ya en un oyente no sordo del Evangelio, se propuso dar limosna a todo el que se la pidiere, máxime si alegraba para ello el motivo del amor de Dios.